Club de Lectura de Novela Negra del IES Mirasierra

miércoles, 21 de diciembre de 2022

LA PRIMERA LECTURA DE 2023

En la actual temporada, hemos viajado a Francia,  Inglaterra y  Grecia, de la mano de interesantes autores y novelas representativas de sus respectivas tradiciones literarias, en lo que al género negro se refiere. 
Para seguir con nuestro periplo internacional, la próxima sesión nos llevará a Suecia, con una novela que ya tiene sus añitos y que nos permitirá conocer a algunos de los "fundadores" de una tendencia que causa furor en la actualidad. Así que no os perdáis la primera cita del 2023. 



Además de despedir el año con nuestros mejores deseos para 2023, os recordamos que sigue abierto el plazo para enviar relatos al II Certamen "Sospechosos habituales" del IES Mirasierra: hasta el 8 de enero podéis enviar vuestros cuentos para optar a un premio impresionante... MÁS INFORMACIÓN en este mismo blog o en escritores.org
Y para las navidades, "Sospechosos habituales" quiere compartir con vosotros el juego de DAMAS NEGRAS que podéis encontrar en nuestros especiales, el regalo más "negro" con que podréis pasar un buen rato.
¡Felices fiestas y hasta muy pronto! ¡El crimen nunca descansa!

jueves, 8 de diciembre de 2022

 Las lecturas de nuestro club, V. La filosofía del chi kung: No hay dolor.

    Un sangriento asesinato, con decapitación incluida, en medio de un aguacero que lleva cayendo desde hace varios días en Barcelona, abre Sociedad negra, obra de uno de los clásicos de nuestra novela negra, Andreu Martín. La quinta lectura de nuestro club nos adentra en el mundo de las tríadas y su creciente poder en nuestra sociedad. Con una puesta en escena que parece deudora de películas como Black rain, por la lluvia y el mundo de las mafias orientales, sin olvidar otras películas donde la lluvia constante inunda la pantalla como Seven o Blade runner, Andreu Martín, decano de la novela negra en nuestro país, nos sumerge en una estructura deliberadamente laberíntica para que construyamos el rompecabezas que constituye para la policía unos crímenes aparentemente inconexos y un robo en unos almacenes chinos, este perpetrado por tres derrotados y perdedores de la sociedad.

    La cuidada estructura en la que abundan los continuos flashbacks y flashforwards, nos transmite la misma sensación de confusión y desorientación que a la policía, aunque dentro de ella, el veterano inspector Cañas, uno de los protagonistas, sospecha que detrás de todo ello, se encuentra el mundo de las tríadas, mundo que investigó meses antes y cuyo informe se quedó archivado como tantas otras investigaciones que no interesa sacar a la luz. En ese sentido, Andreu Martín, no se limita a contar únicamente una historia de perdedores, sino que a la vez, construye un relato social en donde las corruptelas en el seno de la policía, la rivalidad de competencias y atribuciones entre la policía nacional y la autonómica o el enriquecimiento de desaprensivos intermediarios españoles, que trabajan para distintas mafias, están a la orden del día.

    Aunque al final, el inspector Cañas, después de una serie de humillaciones, entre las que se encuentra su fracaso como padre, de forma un tanto azarosa, dé con la solución, dicte justicia a su manera y reconstruya de una manera más o menos satisfactoria el puzzle de muertes aparentemente inconexas que han ocurrido en pocos días en la ciudad, relacionadas con la tríadas y sus conexiones con las maras latinas, es Liang, un joven mestizo, ni español, ni chino, el que maneja los hilos del caso, verdadero protagonista de la novela. Joven doblemente marginado y rechazado por unos y por otros, inteligente y calculador, es el que desde el principio maneja todos los hilos del atraco que perpetra sobre un bazar chino, tapadera de las tríadas, y que desencadena sin pretenderlo todas las muertes que nos estallan como un puñetazo al principio de la novela. La inteligencia de Liang, chocará no ya con el hermetismo y peligrosidad de las tríadas, sino con las circunstancias que rodean a sus compañeros de atraco y sus propios puntos débiles (su devoción por su madre, su rechazo a su padre), y que al final se volverán en contra de él mismo y de su "atraco perfecto".

    Liang, con un constante tono irónico y dsengañado, nos va mostrando cómo urde el plan, cómo lo ejecutan, sus dificultades para salir airosos, sus maniobras para salir indemne cuando se ve cada vez más rodeado... Pero, al final, sus errores a la hora de escoger a sus compañeros de delito, como es el caso del inestable Pardales, una verdadera bomba de relojería andante, y todas sus propias circunstancias que no puede controlar, a pesar de creerlo, son los que le llevarán al fracaso, no por previsto, menos desolador, pues al final, simpatizamos con Liang y deseamos que salga triunfante del embrollo en el que se ha metido.

    Su voz narradora, siempre llena de ironía y fina crítica contra todo lo que le rodea y le hace ser un paria, se adereza con imágenes que parecen sacadas del mundo del cine (la madama vestida con un vestido sugerente de seda, el mundo de los garitos de juego chinos en la trastienda de sus tiendas, el mundo oscuro y cerrado de esas mafias, o la colegiala hija de los dueños del bazar que se revela al final como la fría y vengativa heredera de ese mundo, con castigos más propios de nuestro imaginario del celuloide). Sin embargo, con esa misma ironía, todo ese mundo se desmorona cuando el propio Liang, claudicando ante lo que se le viene encima, reconoce que en el mundo real cuando los rivales atacan, no lo hacen como en las cintas de kun-fú, de uno en uno, sino que lo hacen todos a la vez.

    En definitiva, una ágil y entretenida novela, que no olvida en ningún momento sus aceradas críticas contra el sistema y contra la sociedad que margina a los que menos tienen.  

    

martes, 6 de diciembre de 2022

Las lecturas de nuestro club, IV. Los oscuros años del hambre.

    La cuarta novela seleccionada para nuestro club fue Tiempo de siega, de Guillermo Galván. Galván, junto con Ignacio del Valle y Alfonso Rojo, es uno de los máximos exponentes del denominado "totalitarismo noir" en nuestro país. Como indica la etiqueta, las obras ambientan sus tramas en períodos históricos de dictaduras y totalitarismos, en los que lo negro de las tramas se funde con lo negro de dichos períodos. Mientras que Valle se centra en los demonios del nazismo y en los de sus personajes, o Rojo aborda los años del incipiente desarrollismo español de finales de los años 50 o principios de los 60, Galván prefiere la oscura posguerra, recién acabada la Guerra Civil, con un país destrozado, hambriento en el que reinan la oscuridad, el miedo y la mediocridad. La novela nos absorbe hipnóticamente y nos guía por ese período sombrío y gris. 

    En la sesión de nuestro club, pudimos contar con la presencia del autor, que atendió generosamente a nuestra llamada y a nuestras preguntas. Entre las características que él enumeraba que tenía que tener una buena novela negra, una de ellas era la del realismo y la crónica social. En efecto, en esta novela Galván apuesta por una trama realista, que se salpimenta con guiños y referencias literarias o periodísticas por aquí y por allá, como las relacionadas con el joven plumilla Ignacio Mora y su trabajo en agencias de prensa o con la novela que está escribiendo. Si jugamos a imaginar la acción de la novela, las imágenes que aparecen no aportan color, solo grises y claroscuros. Galván pergeña un retrato acerado de esa época de represión, en el que todo el mundo sobrevive como puede, padeciendo necesidad y miedo a partes iguales. Esa oscuridad presente en las calles y en la vida en aquellos momentos se acentúa en las angustiosas y opresivas escenas de acción, en medio de una profunda oscuridad y en donde el protagonista lucha a ciegas por sobrevivir. Sin embargo, curiosamente, la luz estará presente al final cuando la verdad de todo salga a relucir en contraste con toda la mentira que se ha amparado en la oscuridad del espíritu humano.

    Acompañamos al protagonista, Carlos Lombardi, expolicía y preso político, que realiza trabajos forzados en Cuelgamuros, que es liberado provisionalmente por su antiguo jefe para investigar de manera extraoficial la muerte violenta de un sacerdote muerto a la salida de un prostíbulo, por ese Madrid en ruinas y desolado. El caso guarda semejanzas con otro que ya investigó Lombardi durante la contienda, y todo parece orbitar alrededor de un grupo religioso de enorme influencia dentro de las élites del momento. Lombardi es atrevido, inteligente, políticamente insobornable, con una vena irónica y mordaz que le acarrea continuos problemas, cuando no también alguna metedura de pata. Pero también es tremendamente humano y solidario con los que sufren como él. Sin ayuda y estrechamente vigilado por policías del régimen, consigue la colaboración de Alicia Quirós, una joven e inexperta agente de la policía, y de Andrés Torralba, un antiguo guardia de asalto, para ir poniendo orden en el rompecabezas del caso, que le revela otro crimen ocurrido poco antes del estallido de la guerra cuyas secuelas se irán extendiendo durante la guerra hasta ese momento. 


    En una novela tan rica en matices y detalles de la época, cobran especial relevancia la presencia del miedo, la necesidad y el hambre, señas de identidad de la época. Por ello, son antológicas las páginas en las que Lombardi se desquita de sus penurias en Cuelgamuros y de su vida cotidiana en libertad vigilada con unos tremendos atracones, como si fuera la última comida antes de volver a su condena de trabajo forzados, como cuando se zampa entre pecho y espalda un cocido él solito en Lhardi, o su deleite no exento de gula, cuando se come unas yemas de Santa Teresa en Ávila. Y aun con su complejo de culpa y remordimientos particulares, comparte con sus vecinos la cesta enviada por Erika Baumgaertner, funcionaria y algo más de la embajada alemana, con la que compartirá otro tipo de apetitos de los que también está necesitado.

    Y es que en ese Madrid de posguerra, se desarrolla otra trama secundaria, pero no menos importante, una intriga de espionaje en el que alemanes e ingleses rivalizan por conseguir el apoyo del régimen a su causa o su no beligerancia en la contienda mundial. Ese mundo de espías, con su glamour y buena vida, contrasta con la vida que llevan los sufridos españoles, que de una manera u otra han perdido la guerra, y tendrá su continuación en la tercera novela de la serie.

    En definitiva, una excelente novela, que los miembros de nuestro club escogieron como una de las mejores que habíamos leído entre las diez primeras que habíamos seleccionado para nuestras sesiones, y que tuvimos la suerte de compartir con su autor.

    Y no olvidemos, que las andanzas de Carlos Lombardi han continuado por la España rural profunda en La virgen de los huesos y de nuevo por Madrid, capital del espionaje, en Morir en noviembre.

    

       El autor, recién iniciado el verano, firmando ejemplares de la novela, todavía con mascarilla, en la sesión de nuestro club.